
Aunque parece mentira, durante el curso de las últimas semanas se han verificado, en la Ciudad de México, al menos tres manifestaciones determinadas, aparentemente, en contra del fenómeno de la gentrificación.
Para no muchos, el término podría parecer un tanto desconocido, hasta que comenzaron los respectivos emplazamientos, no exclusivos, de nuestra megalópolis, aunque, muy presente en otras ciudades con problemas similares a la capital del país.
Empezamos a tener noticias como consecuencia de los incidentes localizados en dos de las colonias urbanas más conocidas, la Roma y la Condesa. Ambas ubicadas en la alcaldía Cuauhtémoc, gobernada por la joven emprendedora, Alexandra Rojo de la Vega, quien conforma -desde mi punto de vista – uno de los cuadros de excelencia de los diferentes gobernantes opositores de la capital del país.
A pesar de que existen rumores de que en el fondo de la exaltación urbana existen causas, aparentemente, justificables de que el movimiento viene siendo manipulado por la jefe de gobierno, la morenista Claudia Brugada, la verdad sea dicha, desde hace algunos años se han presentando las condiciones de desplazamiento de los habitantes ancestrales de dichas zonas de la capital del país, principalmente, por razones del impedimento por cumplir con las condiciones sociales y económicas que demanda el constante desarrollo que viene alcanzando la ciudad de México.
Desde mi propia experiencia, al menos por lo que respecta a la colonia Roma, lugar en el cual pasé los primeros años de la infancia, los intensos cambios registrados en el uso del suelo de lo que en mi época eran zonas residenciales, ha sido uno de los principales detonantes del desplazamiento de los residentes habituales hacia otras zonas de la propia ciudad capital.
Dichos desplazamientos, en la mayoría de los casos, han causado enorme malestar, la prueba fehaciente de dicho estado de ánimo se pudo reflejar, principalmente, en el primero de los tres eventos de que se trata el presente artículo, llevado a cabo en una de las plazas más conocidas de la colonia Condesa, ubicada en el corazón del parque México.
Según se pudo observar (ver imágenes) quienes protestaron enarbolaron distintas pancartas con mensajes xenófobos – algo inusual en una megalópolis como la nuestra -, con claras alusiones en contra del principal objeto de reclamo para todos los mexicanos: El Gringo, o más bien, los gringos, a quienes se señala como los principales culpables de que el fenómeno crezca día a día, y que, como resultado, se haya producido un mayor número de desplazamientos.

Por lo que respecta al segundo evento, este fue convocado en las inmediaciones de la Universidad Nacional (UNAM), al sur de la capital del país. Según las imágenes que fueron recogidas por los medios masivos de comunicación, en dicho punto se produjeron diversos incidentes, tanto en las propias instalaciones de la universidad, como en un centro cultural aledaño, así como en una reconocida librería, de la propia periferia.
La tercera y última marcha, en la cual, así mismo se blandieron todo tipo de pancartas con mensajes marcadamente xenófobos, se desarrolló desde el Hemiciclo a Juárez, aparentemente, hacia el zócalo, aunque intentó desviarse con rumbo a la avenida Paseo de la Reforma, a la altura en la cual se ubica la embajada de los Estados Unidos de América.
Aunque dicho objetivo no se cumplió en buena y debida forma, gracias al bloqueo ordenado por las autoridades competentes, el sentir popular con respecto a lo que se estaría consolidando como la gentrificación de la ciudad de México, adquiere una dimensión de carácter nacional.
Según quienes conocen bien sobre la conformación urbana de la capital del país, estaríamos ad portas de que un fenómeno de tal naturaleza se extienda hacia otros barrios o colonias urbanas de la periferia, como serían los casos de Tacuba y Popotla, lugares ancestrales, con raíces muy profundas que se extienden hasta la época de la colonia, en los cuales opera de forma similar el desplazamiento urbano.
De acuerdo con la propia jefa de gobierno de la CDMX, la señora Claudia Brugada, su administración, en principio, hace todo lo posible por conciliar entre los diversos grupos que encabezan este movimiento, aunque muy en el fondo, digo yo, el objetivo principal, sería sabotear la magnífica labor político-administrativa que estaría realizando la alcaldesa Alexandra Rojo de la Vega.
Al final, el cuento nos impulsa hacia la confrontación entre el poder gobernante de la ciudad de México y una de sus alcaldías, gobernada por la oposición política.