COMPLICADA TRANSICIÓN

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El próximo día 20 de enero asumirá, por segunda ocasión un nuevo mandato presidencial el republicano Donald Trump.

De conformidad con sus vociferaciones más conocidas, el magnate ha venido anunciando – tal cual lo hizo en ocasión de su primer periodo al frente de la Casa Blanca – que México, si, nuestro muy querido país, quedará circunscrito al capítulo de mayor relevancia a fin de dar cumplimiento a uno de sus principales lemas de campaña: “hacer más grande a América”.

Ignacio Gutiérrez Pita

Hasta donde se ha podido saber, además de intentar cerrar la frontera común (3,152 kilómetros) utilizando para ello todas y cada una de las herramientas de que dispondría el que es considerado como el “hombre más poderoso de la tierra”, intentará suscribir, el primer día de su mandato, una orden ejecutiva para proceder con la deportación de más o menos un millón de extranjeros indocumentados, entre los cuales, por nacionalidad, se conoce que, en su mayoría podrían ser mexicanos u originarios de nuestro país.

De entre las más conspicuas de sus conocidas amenazas, figura, también, la posibilidad de que, de forma unilateral, aplique, discrecionalmente, altas tarifas arancelarias de hasta un 25% sobre la importación de productos elaborados de este lado de la frontera en común.  Lo anterior, en flagrante violación de lo que determina el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), instrumento que, desde el inicio de su vigencia en enero de 1994 – en la figura de TLCAN – (hace ya más de 30 años), ha permitido que nuestro país se transforme en una de las principales potencias exportadoras a nivel mundial.

Es más, durante el curso de los últimos dos años, México se convirtió en el primer socio comercial de los Estados Unidos, con cifras de intercambios del orden de los casi $799 mil millones de dólares (2023), de los cuales, nuestro país envió al mercado estadounidense $475 mil millones de dólares.

Si todo lo anterior aparentaría ser suficiente como pare que México y, por supuesto sus respectivas autoridades, se pusiera en guardia preventiva, el próximo PROTUS hizo, además, de público conocimiento que, a partir del comienzo de su mandato declarará que el Golfo de México, si ese mar patrimonial por cuya extensión nuestro país ejerce un dominio natural, cambiará su nombre por el de “Golfo de América”.

A pesar de que todo lo enunciado podría ser suficiente como para que las autoridades mexicanas, a cuya cabeza se encuentra la primera presidenta mujer de México, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), realicen una reflexión sobre el fondo y la forma en la que harán frente a este nuevo reto que, en principio, aparentaría convertirse en uno de los escollos más relevantes a los cuales habrá de enfrentarse lo que hoy por hoy es mejor conocido como el segundo piso de la 4T.

Según lo que ha venido manifestando con insistencia la propia CSP, su gobierno está plenamente consciente de que la relación bilateral con los Estados Unidos de América marchará por los causes que han venido marcando los gobiernos de las dos naciones, sustentados, en nuestro caso, por lo que determina la propia constitución política vigente de nuestro país.

Por lo que respecta al trato entre una y otro, es decir, entre la propia CSP y su contraparte, Donald Trump, ésta confía en que será armónica y de respeto, tal cual se podría intuir de la breve conversación sostenida en ocasión del triunfo electoral del pasado mes de noviembre, del próximo PROTUS.

A pesar del optimismo manifiesto de CSP sobre su capacidad para el manejo de la agenda bilateral, la perspectiva que se vislumbra desde la óptica de Washington D.C., no es positiva, especialmente, en casos concretos como el impacto que han venido desempeñando los principales carteles de crimen organizado que se mueven en nuestro país vis a vis su negativa influencia en el grado de exacerbación de víctimas como consecuencia del consumo de las mejor conocidas como “drogas sintéticas” o de laboratorio”, entre las cuales, el fentanilo, desarrollado a partir de la importación de insumos procedentes de China y elaborado en laboratorios en México, es el que registra mayores volúmenes trasegados hacia el norte de nuestra frontera en común.

En dicho sentido y, tal cual  lo han manifestado, un día si y otro también, los voceros más conspicuos de la próxima administración federal de los Estados Unidos (Marco Rubio, próximo Secretario de Estado), es posible que, durante el curso de la administración de Donald Trump los principales carteles del crimen organizado podrían ser declarados como “organizaciones terroristas”, lo cual implica que, de una u otra manera, ya sea con nuestra cooperación o sin ella, PROTUS podría ordenar incursiones armadas dentro del territorio de México, con el objetivo principal de abatir cualquier  tipo de amenaza que pudiera poner el riesgo la seguridad interna del país o de sus ciudadanos.

Y, aunque esto lo sabe CSP, dicen, quienes conocen bien de los movimientos dentro de la administración pública federal que nuestra presidenta ha buscado y ha obtenido el apoyo unánime de los principales voceros de la 4T y de la organización que la cobija, el partido en el gobierno: MORENA y muy especialmente, de su fundador, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump ha llegado al poder, en este su segundo mandato, protagonizando una elección de carácter histórico – muy similar a lo que pasó con CSP -, con el mayor número de votos (electorales y ciudadanos), igual que CSP.  Además, obteniendo en favor del Partido Republicano (PR) mayorías en ambas cámaras que integran el Congreso.  De igual forma y valiéndose de artilugios jurídicos, CSP tiene en ambas cámaras que integran el Congreso de la Unión, mayoría calificada.

La diferencia entre una y otro – al menos, hasta el día de hoy – es que en el caso de CSP, ésta ha utilizado las mayorías de que disfruta en el Poder Legislativo para destruir – digo yo -, paulatinamente, los principios que consagra la constitución política vigente (1917) en lo referido a la estructura del Estado Mexicano específicamente a la división de Poderes, imponiendo por el capricho de su antecesor, un Poder Ejecutivo hegemónico y libre de todo control ciudadano.

Confiemos que, en el caso de PROTUS no se intente un asalto al poder del mismo estilo al que se ha venido desarrollando en México, al menos durante el curso de los primeros cien días de gobierno de la científica Claudia Sheinbaum Pardo.

Sin embargo, en breve averiguaremos si PROTUS, una vez que asuma el poder del país más poderoso del mundo, busca y quiere cambiar la actual fisonomía no sólo del régimen interno de su nación, sino todo lo relativo al panorama político internacional.

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