SOBRE LAS ELECCIONES DE 1 DE JUNIO EN MÉXICO

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En el análisis realizado en esta misma plataforma el pasado 5 de febrero, comenté ampliamente sobre las reformas a la constitución con el objetivo de “destruir” el esquema vigente correspondiente al Poder Judicial de la Federación, promovidas por la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo (CSO), a instancias de su predecesor – y, en todo caso, mentor político -, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Calificada por algunos como “herencia maldita”, la susodicha reforma constitucional – aprobada al vapor, por la apabullante mayoría de que disfruta Morena en el Congreso Federal -, se ha transformado en uno de los temas que suscitan el mayor debate a nivel nacional e internacional.

En el ámbito de la arena política local, las próximas elecciones para renovar, prácticamente, en casi su totalidad, al Poder Judicial de la Federación, han detonado una agria y ríspida polémica en medio de la cual, se han destacado personalidades de todos los ámbitos del amplio abanico ideológico en que se compone la sociedad mexicana en su conjunto.

Dentro de dicho abanico ideológico, quisiera destacar, por la oportunidad con la que se ha realizado, el planteamiento del ex presidente de México (1994-2000) Ernesto Zedillo Ponce de León.

Su posición es relevante y digna de ser considerada toda vez que, durante el curso de su mandato presidencial fue aprobada una de las reformas más relevantes al Poder Judicial de la Federación de que se tenga memoria, otorgándole, entre otros beneficios, autonomía e independencia, al tiempo que sufrió una verdadera transformación al convertirse en un genuino Tribunal Constitucional (homologable con otros órganos similares de países con regímenes democráticos consolidados).

El pronunciamiento del expresidente fue inscrito a través de un artículo publicado en la revista “Letras Libres”, bajo la batuta del renombrado historiador Enrique Krauze, en el cual, Zedillo formula serios cuestionamientos en el entorno del fondo y la forma como ha sido planteada esta especie de “venganza” criolla de AMLO, materializada por su sucesora, CSP, y puesta sobre la mesa en el marco de una aprobación “al vapor” por parte de un Congreso, genuflecto, cooptado por el partido gobernante: Morena.

El ex presidente, además, no vacila en hacer responsable directa del presente desaguisado a la propia CSP, sobre la cual, pone en tela de juicio su capacidad de liderazgo y la imposibilidad de deshacerse del yugo que la vincula con quien, en todo caso, debe su acceso a la máxima magistratura de la nación.

La más grave proclama que realiza   Zedillo – desde mi particular punto de vista -reza: “que la supuesta transformación que busca Morena, consiste en acabar con la joven democracia mexicana, para construir, en su lugar, un régimen tiránico”.

Puntualiza, y sustenta su tesis por la forma con la que Morena se ha ido apropiando de todos y cada uno de los órganos de arbitraje electoral, comenzando por el Instituto Nacional Electoral (INE); y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), en los que ha ido acomodando, a su imagen y semejanza, a incondicionales de sus propios principios ideológicos.

A su vez, dentro del propio Poder Judicial, al más alto nivel, ha designado a integrantes del pleno de la alta instancia a ministras afiliadas al propio movimiento obradorista, sin experiencia y ostentando cuestionados grados profesionales, vulnerando con ello el principio de autonomía y la profesionalización de la carrera judicial.

Por lo que respecta al proceso en comento, que habrá de llevarse a cabo este próximo 1 de junio, el mismo se presenta absolutamente desaseado (por decir lo menos), partiendo de la forma en la cual se han llevado a cabio todos y cada uno de los pasos previos a su implementación, partiendo para ello de una selección (insaculación) a modo de un número relevante de candidatos de muy dudosa precedencia, algunos de los cuales -podrían ser muchos- disponen de vínculos directos o indirectos con integrantes del crimen organizado, tal cual lo ha confirmado, nada más y nada menos que uno de los áulicos  más destacados del movimiento obradorista, el Presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña.

Por lo que respecta a la elaboración de las multicitadas boletas electorales, se desplegó un verdadero galimatías que incluye, en su mayoría, nombres difíciles de discernir, además, se distribuyen en inmensos pliegos de papel, que serán entregados a cada uno de los sufragantes, quienes deberán – digo yo – manifestar (soberanamente) sus preferencias en el margen de un tiempo limitado.

Dicen, quienes conocen como se cuecen las habas dentro del enjambre en el cual se constituye un INE partidista, que el organismo rector del proceso dispone ya de los resultados, es decir, la cúpula del poder político en México, ya conoce quién es quién integrarán los principales órganos de impartición de justicia a todos los niveles de gobierno.

Por lo tanto, votar o no votar, resulta irrelevante.  Este proceso, tal cual está planteado, será un verdadero cochinero.

En el presente caso, reconozco que coincido con el expresidente Zedillo en el punto en el cual el afirma que CSP, su movimiento, y principalmente AMLO, lo que buscan es acabar con la “joven democracia” mexicana, para construir, en su lugar, un “régimen tiránico”.

Amanecerá y veremos

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